La palabra es...

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miércoles, 24 de agosto de 2011

En la mosca















Relato del único día en que la mosca lloró, comió y sufrió las cosas de lo humano.


Mundo humano siempre tan efímero, superfluo en la cabida de lo que no es ancho. Fumadores de las ansias de verse longevos; entristecidos de tanto vivir. Humo de los sueños. En dos pequeñas alas se surca en la basura de lo relatado. La cara se maquilla con excremento aún fresco. Lo humano está en la mosca.

La existencia en dos formas no humanas.


El ser-sujeto una particularidad no existente. Inefables costumbres de abrir puertas desconocidas. Vacías. Aroma azul de sumas poéticas. Lo que es con precisión existe. ¿En qué? Gritos, siempre y nunca en gritos. La mosca busca en el retrete su porvenir. La fatalidad se le atraviesa en forma de mierda. Lo siempre relatado. Lo oscuro se vuelve oscuro. Lo mal escrito lo expresa todo. Porque es nada y es todo en perfecta armonía. Armonía no creada. El conjunto, no unido y perpetuado en individualidad.

La náusea de la mosca.


El asco está siempre en la repetición del dolor. En el recuerdo está la angustia de saberse libres y actuar encadenados. Paradojas llenas de mentiras. Lo simple origina lo complejo. Náusea transformada en vomito, después del único día vida. Unas horas, la muerte toca la puerta. Un día, el final coge los sueños.

Silencios.

Hoy llueve sol, lo cálido está en lo azul del cielo. Las gotas esta mañana queman; los rebeldes están en paz. Los socios de la vida caminan de la mano. Sospechosa es la escuela misma de ésta. Las deudas se encarecen. El silencio se moja con fuego, los cielos arden en colores incandescentes. Sigiloso con cierta tendencia a seguir hablando.


La mosca nació hace pocas horas

La mosca se mojó de sol

La mosca no conoció el amor

La mosca sólo comió mierda

La mosca ha muerto

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